Articulo Original: Fundación Hugo Zarate
Carta abierta de las madres del África negra.
Todas tenemos origen humilde. A muchas nos hubiera gustado sentarnos en los bancos de la escuela, pero…no nos fue dado ese derecho.
En nuestros países hay lugar para los ricos y miseria para los pobres. Se valora a los varones y se infravalora a la mujer. Además las instituciones religiosas – piramidales y patriarcales – legitiman la autoridad de los varones sobre nosotras. Muchas aún sufren la ablación y son entregadas muy jóvenes en matrimonio.
¿Saben los señores cuántos de nuestros niños no tienen escuela? 46 millones. ¿Saben lo que es que los niños duerman con hambre? ¿Saben lo que es ver morir a uno o varios hijos de hambre?
Cada minuto se muere un niño en África por malaria; cada 5 minutos se muere un niño en África por tuberculosis; a la mujer africana se la emplea como arma de guerra raptándola, violándola, asesinándola, humillándola y aniquilándola como ser humano.
Los niños nacidos de esta atrocidad, que es la esclavitud sexual en tiempos de guerra, son a su vez víctimas de violaciones cuando son niñas, y reclutados a la fuerza por bandas armadas cuando son niños. Un círculo vicioso de sufrimiento y desolación que pone directamente en peligro el futuro, a causa de los miles de niños sin educación y traumatizados por los horrores de la guerra.
Con humildad, pero también con el coraje que tenemos, les decimos: No nos cansaremos de luchar por nuestra África,… por nuestra libertad, por nuestros hijos, por nuestra salud, por nuestros derechos.
Después de 500 años de esclavitud y opresión, de exclusión y de ignorancia, de pobreza y miseria, llegó el tiempo de decir ¡¡¡basta!!!. Llegó el tiempo de nuestra justicia, que para algunos puede no ser legal, pero no existe un jurista en el mundo que nos diga que no es legítima.
Rechazamos las armas y toda violencia. No queremos enfrentamientos de culturas o religiones. Pero… queremos vivir con dignidad.
Para eso venimos… y volveremos de nuevo, seis veces, doscientas veces, porque los cuerpos pueden ser destruidos por la violación y el hambre, pero nuestros sueños y nuestros derechos… ni la más potente arma podrá destruirlos.
No sólo parimos hijos, parimos a los hombres del futuro. Nuestros hijos serán educados en nuestra África libre, podrán estudiar. Habrá médicos y hospitales, y tierra para trabajar y alimentarse.
Vivirán para entender las leyes, para mudarlas, para hacerlas de nuevo a partir de las necesidades de nuestro pueblo.
(Introducida en la Versión Española de la MISA de los QUILOMBOS de Pedro Casaldáliga.
Escrita por Nicol Ndongala, Eduardo Lallana y Antonio Freijo.)